La Biblia no necesita ser «presentada». Pero sí lo precisa esta nueva versión largamente esperada, de la que son responsables los Pbros. Armando J. Levoratti y Alfredo B. Trusso. «Presentarla» significa reconocer la importancia que tiene el hecho de que nuestro país y nuestro continente americano pueda contar en adelante con una traducción de la Biblia realizada por argentinos para el mundo hispanoparlante latinoamericano. De esa manera, los autores completan la obra iniciada con la publicación del Nuevo Testamento, tan difundida en nuestro país, sobre todo, a través de la Fundación Palabra de Vida.
Esta Fundación se ha propuesto poner la Sagrada Escritura al alcance de todos, como un medio primordial de intensificar la evangelización de nuestro pueblo. Porque, ¿qué es «evangelizar» sino anunciar «La Buena Noticia de Dios» (Rom. 1. 1), anticipada en el Antiguo Testamento y hecha presente en Jesucristo, «el Señor de todos» (Hech. 10. 36)? ¿Y acaso no se dijo en la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Puebla: «la Escritura debe ser el alma de la evangelización y la principal fuente de la catequesis»? (372, 981, 1001). Ya el Concilio Vaticano II había exhortado a los cristianos «a que aprendan ‘el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús’ (Flp. 3. 8) con la lectura frecuente de las Sagradas Escrituras» (Dei Verbum, 25).
Naturalmente, para que la lectura de la Biblia sea provechosa, es indispensable que esté traducida en un lenguaje asequible y familiar. Este ha sido el propósito principal de quienes llevaron a cabo la presente versión, que recomiendo vivamente, especialmente a los sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos en la obra evangelizadora. Al hacerlo, tengo presentes las palabras del Papa Pablo VI: «Los Obispos de todo el mundo tenemos la seria responsabilidad de hacer cuanto esté a nuestro alcance para procurar al pueblo un fácil acceso a las Escrituras».
Y ante la cercanía tan inmediata del «tercer milenio de la nueva era», decimos con nuestro venerado Padre y Pastor Supremo, el Papa Juan Pablo II:«Para conocer la verdadera identidad de Cristo, es necesario que los cristianos se vuelvan con renovado interés a la Sagrada Escritura ‘en la liturgía, tan llena del lenguaje de Dios, en la lectura espiritual, o bien en otras instituciones o con otros medios que para dicho fin se organizan hoy por todas partes’ (Concilio Vaticano II,Dei Verbum, 25). En el texto revelado es el mismo Padre celestial que sale a nuestro encuentro amorosamente y se entretiene con nosotros manifestándonos la naturaleza del Hijo unigénito y su proyecto de salvación para la humanidad» (Tertio Millenio, 40).
Que esta nueva versión contribuya a hacer cada vez más de la Biblia «el Libro del Pueblo de Dios», que nos revela su amor por medio de Jesucristo, el Señor en el Espíritu Santo.