Entre las preguntas más cruciales y fundamentales registradas en la Palabra infalible de Dios está: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?”. La pregunta misma destaca su escasez extrema. Y, como la mayoría de nosotros bien sabemos, más escasa, más valiosa: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.” (Pr. 31:10).
John Angell James contribuye con tres artículos a este número del Portavoz: El primero describe la transformación y liberación de mujeres y culturas. El segundo revela que la misión de la mujer desde la creación no ha cambiado. Por último, el tercero testifica del poder relevante de la maternidad y da instrucciones provechosas, a fin de educar a nuestros hijos para Cristo. Charles Bridges pinta un retrato hermoso de la mujer virtuosa basado en Proverbios 31. Thomas Vincent presenta vívidamente a Cristo como el “mejor” esposo y llama a las mujeres jóvenes a desposarse con él. William Gouge lista cuatro gracias importantes que harán que la sumisión de la esposa honre a Cristo y luego da motivaciones excelentes con el fin de conmover su corazón para realizar esa buena obra. Algunas mujeres no tienen esposos ni hijos y W. K. Tweedie discurre sobre la obra extraordinaria que realizan para el Reino de Cristo. Jonathan Edwards ofrece consejos sabios a la mujer recién convertida con un breve extracto de unas de sus cartas. Y Jabez Burns culmina este Portavoz con pensamientos conmovedores sobre su abuela, quien, habiendo vivido como una mujer fiel y virtuosa pasó de esta vida a la gloriosa y santa presencia de Cristo.