Para tratar las emociones, sin valorarlas ni condenarlas; manejarse con ellas para que enriquezcan y vuelvan fecundas la vida y sus relaciones.
Todos experimentamos emociones y sentimientos que actúan como torbellinos interiores. Parecen destruir nuestra energía y al vivirlos con tanta intensidad, incluso derrumbar la convivencia en nuestros entorno. Podemos intentar combatirlos. O mejor, transformarlos, para que sean para nosotros una fuente de vitalidad.