“Serás mía”
Nada podía hacer que el famoso músico Ward Miller abandonara su autoimpuesta reclusión. Hasta que conoció a la bella y estricta Ana Rodríguez. Había vuelto a ponerse bajo los focos para apoyar a la fundación benéfica que Ana dirigía, pero tenerla a su lado era el beneficio que realmente anhelaba.
Ella aseguraba que nunca se enamoraría de un músico, pero eso no detendría a Ward. Ana le hacía desear cosas que hacía demasiado tiempo que no deseaba. Así que fue tras ella y con un único beso cambió las tornas, dejando a la ingenua joven suplicando por sus caricias.