Con el eco de los tambores de guerra martilleándole en los oídos, y los ojos cegados por el brillo deslumbrante que desprendían las afiladas hojas de las espadas, Sela aguardaba inquieta en la orilla. Acababan de llegar los barcos dragón repletos de guerreros preparados para la batalla y la gloria.
Pero no era la amenaza de la conquista lo que la inquietaba hasta lo más profundo de su alma, sino la manera en que su corazón respondía al orgulloso rostro y el cuerpo cincelado del jaarl Vikar Hrutson, el cabecilla de la fuerza invasora ¡y su ex marido!