El taimado y libertino marqués de Sywell había ganado la abadía de Steepwood jugando a las cartas, provocando la muerte del conde de Yardley. Años después, volvía a conmocionar a la sociedad al casarse con una mujer de clase inferior a la suya y lo bastante joven para ser su nieta.
Al poco tiempo la marquesa desaparecía sin dejar rastro. Todo el mundo esperaba que surgieran nuevos escándalos, pero nadie se imaginaba los horrores que saldrían a la luz.