Sólo la seducción le ayudaría a saldar viejas deudas... Antonio Díaz había tomado la decisión de vengarse: seduciría a la inocente hija de su enemigo y luego se casaría con ella. Llevar a cabo el plan no iba a ser ninguna tortura porque Emily Fairfax era tan bella como inocente. Emily no tardó en darse cuenta de que Antonio estaba chantajeándola, pero no podía evitar que su cuerpo la traicionara cada noche, cuando la pasión hacía que se olvidara de la ira y se dejara llevar por el deseo.