¿El padrino… y la dama de honor? Junto al altar, Damien contemplaba sin aliento aproximarse a la mujer que amaba… para casarse con otro. Y saber que la dama de honor, Zoe, le estaba observando, no le facilitaba las cosas. A diferencia de la novia, Zoe era demasiado enérgica, demasiado vehemente… ¡demasiado todo! Zoe no pudo resistirse a provocarle. Deseaba conseguir que, por una vez, Don Perfecto perdiera la compostura. Sabía que sus seductores ojos azules escondían una rabia contenida. Y, antes de que acabara la velada nupcial, la conexión que surgió entre ambos amenazó con derrumbar la imagen que cada uno se había formado del otro.