Un soldado sin identidad vuelve a Colonia en la Hora Cero con una encomienda del hombre que le salvó la vida. A su llegada, el rostro de un ángel taciturno lo espera entre las tinieblas del sinsentido. En la búsqueda de un nuevo comienzo su mirada refleja los pensamientos de una generación entera, la cual deambuló a ciegas entre las ruinas y el ripio del silencio forzado. La doble moral, la corrupción y la indolencia fueron el rostro de una sociedad negada a desaparecer, pero de ésta también surgió el abrazo de fe oculto en los escombros de la guerra.