Este nuevo número del Portavoz de la Gracia es “Cristo en el Antiguo Testamento”. J. C. Ryle abre este profundo tema explicando que la clave del conocimiento bíblico es Jesucristo. Los artículos que siguen utilizan la triple división de Cristo en el A.T.: Ley, salmos y profetas. Charles Spurgeon predica el “primer evangelio” de la Ley en Génesis 3:15, ¡el evangelio de la perdición de la serpiente! Del mismo modo, George Whitefield nos revela a Cristo en el relato del obediente intento de Abraham de sacrificar a Isaac. Los sufrimientos de Cristo fueron profetizados en todo el A.T. y Jonathan Edwards nos lo muestra en detalle. William Plumer explica que, si interpretamos mal las Escrituras, podemos ver a Cristo donde no está y perdernos donde está en los Salmos. Juan Calvino entonces, interpreta bien Salmos 2 para mostrarnos que Cristo es el Hijo de Dios allí declarado. Matthew Henry nos lleva a Cristo en los Profetas, extrayendo bellamente a Cristo de la mina de oro de Isaías. Charles Simeon también muestra a partir de Isaías que Dios Padre llamó y comisionó a Cristo como su predicador ungido. ¿Está realmente el Evangelio en el Antiguo Testamento? La ley, los salmos y los profetas rebosan de él: James Durham proclama a Cristo y su Evangelio a partir de Isaías; George Whitefield recurre a Jeremías para atraer nuestros corazones hacia Cristo, justicia nuestra; y Richard Sibbes toma el majestuoso texto de Malaquías que brilla con la gloria de Cristo, el Sol de Justicia. Concluimos con Charles Spurgeon, diciéndonos que, en el camino a Emaús, Jesús fue el mejor de los tutores, enseñando del mejor de los libros y explicando el mejor de los temas —Su propia Persona y obra—.