Estaba rompiendo las reglas del juego al enamorarse de su propio esposo.
Mallory McIver le había prometido a su marido un matrimonio sin ningún tipo de implicación emocional, una especie de negocio. Hasta que un día Torr le anunció que se marchaba a Escocia a restaurar el viejo castillo que había heredado, y esperaba que su esposa lo acompañara…
Mallory se había casado con un ejecutivo sofisticado y urbanita, pero allí, en el campo, se convirtió en un hombre fuerte, habilidoso y muy atractivo que despertaba en ella sentimientos prohibidos.