Hace dos décadas, el agente Francis X. Loughlin resolvió su primer gran caso y encarceló a Julian Vega, un chico de diecisiete años, por homicidio. Pero ahora se ha producido otra muerte. Otra doctora joven y bella ha sido brutalmente asesinada en su apartamento de Manhattan; las similitudes con aquel caso que acabó en condena son evidentes.
Ahora, el reo ha sido puesto en libertad y ya no es aquel joven complaciente que Loughlin conoció en la sala de interrogatorios. Cuando Loughlin pide una prueba de adn de la nueva víctima, los resultados lo dejan de piedra: la sangre que se halló en las uñas de la víctima no es de Julian Vega. Ni siquiera es de un hombre. Es de Allison Wallis, la mujer asesinada veinte años atrás.