Una obra compleja, escrita en lenguaje suntuoso, montada sobre un monólogo, en su momento tuvo una acogida muy entusiasta por parte del público y la crítica, como lo demuestran sus numerosas ediciones, que ya pasan de treinta sin contar las de idiomas extranjeros. La mayoría de los críticos reconoció que era un logro apreciable, una novela histórica y política entre cuyas virtudes estaban la paródica autenticidad del mundo narrado: la figura del caudillo latinoamericano.